lunes, 21 de febrero de 2011

Bichos

La hora de irse a dormir en La Prusia es una fuente de sorpresas. Quizás esto ya no sea estrictamente así y se pudiera aplicar más a la época de lluvias o quizás sea el hecho de llevar aquí cuatro meses que nos haga acostumbrar, pero el hecho de llegar a la habitación y disponerte a meterte dentro de la mosquitera se convierte cada noche en un momento de “¿con qué me encontraré hoy?”.

Y es que un ejercito de, generalmente, pequeños bichos aprovechan los momentos del día en que nuestras fuerzas más flaquean para aparecer y darnos las buenas noches; mosquitos, arañas saltarinas, arañones, insectos palo, babosas, tarántulas…, y un sinfín más de bichos de todo tipo.

Insecto palo enorme sobre mosquitera



Tarántula sobre pared del baño
En cierta ocasión, durante un fin de semana, regresando de fiesta con otra voluntaria, ella se metió en el baño y salió asustada…..un pequeño alacrán estaba tratando de lavarse las patas dentro del sumidero del lavabo. Tras invitarle a abandonar la casa subido encima de un plato. la voz de la voluntaria de nuevo nos sobresaltó: “Ouh, nou….aquí hay una taerantula” (es de EE.UU.), un pedazo de araña peluda nos esperaba sobre la mesa de la casa amarilla a modo de souvenir de la zona.


En estos casos la escoba y el recogedor o, según los días,  la indiferencia y el cansancio se convierten en la mejor arma contra estos “personajillos”

Hasta ahora el premio a “bicho más grande de la temporada que acecha antes de vayas a dormir” se lo lleva una culebra que se le apareció a otra compañera enganchada en la cortina que tapaba la entrada de la casa donde se alojaba…..cómo para irte a la cama a soñar con los angelitos.
Lo que se aprecia abajo a la izquierda de la cortina es la cabeza del "angelico"
Finalmente uno se  mete en la cama protegido por la mosquitera y pensando que ese trocito de tela con agujeritos te protegerá toda la noche………..si  ningún zancudo (= mosquito) entra contigo para ponerse morado.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Otro paseo por el norte: Somoto y Estelí

El fin de semana del 29 y 30 de Enero un grupo de 9 voluntarios nos dirigimos hacia la parte más septentrional de Nicaragua.

Tras un viaje de una hora a Managua más cuatro horas hasta nuestro destino final llegamos a Somoto.


Durante esas cuatro horas, pudimos gozar de dos horas y media de pie, ya que el bus en el que inicialmente íbamos a viajar se fregó (= se estropeó) y tuvimos que ir en otro ya completo.

Finalmente y con un cansancio enorme encontramos un hostal donde dejar las mochilas y nos fuimos a cenar.

Comida típica nica: gallopinto, queso salado, huevos y tostones acompañado de una Toña bien fresquita
Ese día no aguantamos mucho y enseguida nos fuimos a acostar, para estar frescos al día siguiente por la mañana, pues nos esperaba el ansiado Cañón de Somoto.

A las 8 y media de la mañana siguiente quedamos para desayunar y nos dirigimos, en bus, hacia la entrada del cañón.


Al parecer este cañón fue “descubierto” en el año 2003 por cuatro checos. Obviamente la gente de la zona lo conocía desde hace muchos años y en los 90 una geóloga nica de Managua hizo un estudio y publicó un artículo sobre la importancia geológica de la zona. Nadie le dio importancia hasta que estos cuatro checos publicaron su investigación y desde entonces es un lugar reconocido como Monumento Nacional y abierto al turismo.

Cuando llegamos a la entrada de la reserva contratamos un guía y nos adentramos allí donde el río Cocos, durante miles de años, ha ido excavando las montañas nicaragüenses que sirven de frontera con Honduras.

Primero estuvimos caminando durante una hora aproximadamente, por el fondo del cañón, hasta que no hubo otra opción que meternos al agua y, en ocasiones, donde el nivel estaba muy alto, nadar al estilo nica, con la ropa puesta. Acá las mujeres se bañan con ropa porque “los hombres son unos babosos” (palabras de mujer nica).


Una vez llegamos a la parte del cañón con una profundidad de agua de 30 metros (o eso dijo nuestro guía), tomamos unos neumáticos inflados y nos sentamos sobre ellos, enganchándonos con los pies al neumático delantero, mientras tres nicas nos remolcaban nadando. Fue muy divertido, a la vez que un poco absurdo, ver cómo tres chicos un tanto “tirillas” nos iban arrastrando por el río mientras nosotros íbamos sentados en nuestros flotadores.



Tras un rato de esta guisa llegamos a un punto donde algunos saltaron un desnivel de 10 metros…..El recorrido total fue de unas 4 horas por una zona preciosa y con mucha calma.

Esa noche la pasamos en Estelí, probablemente la ciudad más cara de Nicaragua. Y es que en esta zona la gente dispone de más recursos. Viven de la producción de café, de la ganadería y sobre todo de la industria del tabaco. Su cultivo y su manufacturación dan empleo a unas 30.000 personas, sólo en Estelí.

Mural en la ciudad de Estelí
Catedral de Estelí
Después de dar muchas vueltas en busca de un hostal, cenamos en un restaurante como hacía tiempo que ya no comíamos. Tras la cena algunos tuvieron ánimo de acercarse a ver un concierto en un bar heavy. Llevamos más de tres meses acá y fue muy confuso ver a nicas vestidos como los integrantes de los Helloween en lugar de estar “arrimando cebolleta”…

A la mañana siguiente fuimos a ver una cascada, seis personas en un taxi hasta la entrada de la misma por un camino de cabras. A cinco minutos de la entrada se encuentra el salto de agua de 36 m. de altura. Bajo la cascada el agua queda estancada, similar a la de San Ramón en el volcán Maderas de Ometepe (ver entrada), pero el agua está mucho más fría y el día no invitaba al baño.




A la vuelta tocaba ir andando hasta Estelí, y como en esta zona vive gente caminábamos con la esperanza de hacer ride (autostop) hasta la ciudad. Finalmente nuestras ilusiones se cumplieron y subimos a un camión de coles cuyos conductores nos llevaron amablemente hasta la carretera dirección a la terminal de autobuses, donde tomamos el bus de regreso llenos de polvo hasta en las orejas.